Me encontré el martes pasado, al salir de una comida, a un emprendedor al que tengo mucho aprecio, de los que es tan cercano que podría ser amigo, de hecho es amigo de algún familiar.
Y me dijo que cerraba, que justo al día siguiente presentaba concurso de acreedores. Estaba sereno, como es el, sabía por qué no habían salido las cosas, nada de tristeza. Lo normal es esto, que las cosas no salgan y eso que mucha gente quiere vendernos otra cosa.
Y claro, le pregunté qué iba a hacer. Es alguien al que consideras tanto que siempre quieres saber donde va a andar, porque alguna le va a salir bien. Me dijo dos cosas, una que esperaba y otra que no.
La que esperaba que tenía claro que iba a montar otra empresa y que lo haría en el mundo de Internet.
La que no esperaba fue algo así como: «Hace treinta años los Florentino, Entrecanales, Villar Mir y demás acertaron montando empresas en el mundo de la construcción, donde no había nada. Hoy son parte de las personas más poderosas de España. Dentro de treinta años esos empresarios serán los que hoy está montando empresas de Internet. Por eso quiero estar ahí»