Mi maratón de Nueva York. 2013

Verrazano bn

Son las 9:40AM de hoy domingo 3 de octubre en Staten Island, Nueva York.

Estoy en el inicio del mayor puente colgante de Estados Unidos, en el Verrazano Narrows Bridge. Me acompañan quince mil corredores que conformamos las tres salidas simultáneas de lo que será la primera oleada del maratón de Nueva York, uno de los cinco grandes maratones del mundo, creo que el más especial.

Y nos paramos todos a escuchar las palabras de Michael Bloomberg, concentrados y respetuosos con el alcalde que para eso lo es. Termina y suena el himno americano, el Star-Spangled Banner y tengo la piel de gallina. La piel de gallina porque hace frío, entre 2 y 12 grados según la previsión metereológica, y porque en unos segundos vamos a salir a correr los 42.195 metros que nos van a llevar hasta Central Park. Y cuando parece que vamos a empezar por fin a correr atruena el «New York, New York» de Sinatra, suena un disparo, llueve el confeti, los helicópteros empiezan a volar por encima de tu cabeza y solo puedes empezar a correr. Es una sensación indescriptible…

Quizá hasta aquí esto te suene a una más de correr, quizá y aunque sea mi cuarto año en Nueva York, creas que soy uno más de esa moda. Pero a mi me convenció la maratón de Madrid en 1997 cuando el running se llamaba correr y cuando solo llegábamos a meta 5.057 personas. Ese día hice mía la frase de Emil Zátopek: «Si quieres correr, corre una milla. Si quieres experimentar una vida diferente, corre una maratón»

Y es que además ha sido largo el camino hasta aquí. Cada maratón tiene su historia, sus muchos kilómetros en las piernas, en este sus tres costillas que se rompieron en verano y que me tuvieron parado dos semanas. Y siempre tienen una ayuda en una casa que se para para ayudarme a entrenar, cada día que toca de las dieciséis semanas que dura una de las preparaciones.

Pero después del disparo en el puente ya solo queda correr. Hay que dejar de recordar y no hay que emocionarse. Porque la salida del puente es de llorar. Manhattan al fondo en un día de sol ¿Manhattan? Muchos piensan que los que corremos el maratón de Nueva York lo hacemos por la Gran Manzana pero eso es sólo el final. Casi todo el recorrido pasa por los cinco barrios: Staten Island, Brooklyn, Queens, el Bronx y al final del todo Manhattan.

Y hay un sonido en ese primer puente indescriptible, no es un sonido, es una sensación… ¡El puente se mueve con todos los que corremos a la vez! Es como si vibrara, aunque a estas alturas ya no sabes si son tus nervios o que de verdad se mueve. Y a pesar de que somos tres salidas distintas, a pesar de que vamos por caminos diferentes y a pesar de que el puente parece que vibra no te paras. Cuántas carreras habré  corrido en las que al principio te tienes que parar de la gente que hay. Pero en Nueva York esto no pasa, los americanos ya se sabe «son tan listos que juegan al rugby con casco»

Al terminar Verrazano se llega a Brooklyn con sus casas bajas y su grandísimo ambiente. Es una zona muy recta en la que sé que mi mujer va a venir a verme. Sola peregrinando por Nueva York por verme en tres sitios, con su bandera de España y lo mucho que te ayuda que alguien te pegue un grito de ánimo. Pero no solo está la bandera de España de Myriam, el último año que se celebró el maratón llegamos 1.009 españoles a Central Park y te encuentras banderas de tu país y de todas sus comunidades autónomas por todo el recorrido. Qué grande somos, conquistando por un momento Nueva York, aunque sea corriendo.

En la milla ocho se unen los tres recorridos pero tampoco se nota en la afluencia de gente y además es que hay que seguir pensando, con el reloj en la cabeza y el cuchillo entre los dientes. Una maratón se corre con la cabeza que es tu gran enemigo. Cuanto más mayor te vas haciendo mejores maratones haces. Porque mides cada paso, porque sabes que van a venir ratos malos. Porque en cada avituallamiento comes aunque no tengas hambre y bebes aunque no tengas sed. Porque te acuerdas de tus niños, de tu chica, de mucha gente a la que le dedicas un kilómetro, a los que les dices lo que quizá no te atreves a decir en el día a día. Y les dices que son importantes para ti, por qué haces estas tonterías, pro qué has vuelto otro año más a Nueva York, a otro maratón.

Y llega Queens, llega un trozo de Manhattan y llega el Bronx. En el maratón de Nueva York las distracciones durante el camino son muy grandes. ¡Hay ciento cincuenta grupos de música por el camino! En el Bronx nunca se me olvidará el mítico «Welcome to the Jungle» de Guns and Roses, unos chalados que habían descolgado sus cables con sus amplificadores y lo daban todo por cada uno de los desconocidos que pasábamos por la calle.

Y enfocaré la Quinta Avenida con sus cien manzanas hasta llegar a Central Park. Y vendrá el dolor y te darás cuenta que tu capacidad de sufrir es mucho mayor que lo que pensabas, que si no hay sufrimiento quizá no sea un maratón. Y el muro vendrá, o no, pero sé que me estarán esperando miles de voces que gritaran mi nombre si este año lo llevo puesto en la camiseta. ¡Iñaki! ¿Quieres experimentar una vida diferente? Corre una maratón….

Este post lo publiqué en el Huffington Post el día de mi carrera de NY, carrera que terminé sufriendo con un 3:40:59

3 comentarios en “Mi maratón de Nueva York. 2013

  1. Hace un tiempo mi hijo me preguntaba mientras me ataba las zapatillas: «Papa, ¿por qué sales a correr?». No le supe responder. Pasa el tiempo y te das cuenta de que es la misma pregunta que te haces mientras te vistes para correr cuando aún es de noche y todos duermen, o en el kilómetro 38 mientras te juras que esta vez sí, que esta es la última vez o cuando corriendo bajo la lluvia, esquivando charcos, notas como la gente te mira desde un portal o una parada de autobús. En ese momento piensas… «¿Por qué no salen a correr?». Y entonces, lo entiendes.

  2. Un poco harto de este continuo alardeo de algunos por correr una maratón, media o la vuelta a la manzana…En el fondo, todos a sacar pecho y entregar carnes de autenticidad…

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