Si, perdón, hoy el tema va romántico, con lo que absténgase brutacos retrógrados.
El otro día mi tío Carlos, mi padrino con el que por cosas de la distancia tengo poco contacto compartió en Facebook un vídeo que se ha convertido en uno de los vídeos más vistos de los últimos días. Lo he visto en muchísimo sitios de Internet, en Twitter, en más Facebook, vaya, viralidad 100% por un vídeo casero pero sin duda emocionante. Aquí va:
Para empezar señalar que mi condición sexual es heterosexual pero que cada vez me gusta más todo el ambiente homosexual. Y antes de que os echéis encima de mi los brutos de mis amigotes jesuíticos a lo que me refiero es que fui en su momento un animal que no aceptaba la homosexualidad y hoy, después de supongo un proceso de hacerme mayor acepto y me gusta cualquier cosa que se base en respetar las realidades de cada persona.
¡Vaya lío! Mejor no toco la frase que acabo de escribir que no se siquiera si la podría hacer de nuevo ni por qué la he puesto del todo. Me van a caer por todos lados…
¿Y por qué creo que digo esto de la condición sexual? Porque a partir de aquí voy a hablar de parejas aunque en mi caso esté escenificado en un marido y una mujer pero me vale cualquier tipo de unión, religioso, estatal o formal.
Y es que mi reflexión de lo emocionante de este vídeo no es en si el momento, no es la sorpresa, que también, sino lo que la letra dice en trozos que rescato de la canción (y que por cierto la novia, Vanesa, canta mucho mejor que Nuria Fergó):
Siempre para mí eres lo primero, aunque falte el dinero, te quiero
Y sin oro ni plata te espero hasta el atardecer
Tú serás la calma y el consuelo, y el aire que me falta algunas veces
Agua del arroyo blanco, agua para saciar mi sedQuiéreme, como se quiere por primera vez, quiéreme
Quiéreme para los restos de la vida
Quiéreme, como se que tú lo hacías
Quiéreme de noche, quiéreme de día
Porque te querré, aunque te cueste sonreír, amor te querré
Te daré a puñaditos las caricias (todas las caricias)
Quédate que mi alma es una bulería.
Porque la pena de cualquier tipo de pareja hoy es que no hay esa emoción. Porque no se quiere aunque falte el dinero, no se quiere como la primera vez, ni para los restos de la vida…
Se quiere por un rato, porque no tengo porque anclarme a nada, porque soy libre.
Con esto no hablo de castidad, no hablo de matrimonio, no hablo de no tener que dar con la persona adecuada sino que hay que luchar por lo que quieres y responsabilizarte. Hoy ya ni los hijos son importantes y si me separo pero hay niños pues nada, que la vida es muy dura. Al final todos los efectos colaterales no son importantes, bueno, ¡el dinero si que lo es!
Y además es que al final se vuelve contra uno ¿no? ¿Qué va a ser de todos esos que serán ancianos, jóvenes hoy, que han dejado a su pareja y que van de flor en flor?
Pues eso, que bien seas homosexual, heterosexual, te vaya la carne, el pescado o el café con leche, pienses que si un día decides comprometerte a algo más tiene que ser bien elegido y meditado, no un «mientras dure bien». Porque para eso no invites a bodas ni historias con segundas o terceras vueltas. ¡Que regalar varias veces a un mismo novio o novia es un coñazo!
¡Buen fin de semana!